Avanzó antes que tú hasta la puerta y te esperó allí,
para cuando decidieras abrirte camino.
Te quedaste de pie contemplándome unos minutos,
mirándome como una asesina; la misma que había aniquilado
tu abrigada esperanza del cambio, que nunca llegaría.
No hice nada por detenerte, y en un segundo la habitación quedó vacía.
Todas las ideas, quimeras y esperanzas se habían ido,
y por fin podía respirar y ser yo misma.
Te enamoraste de la que no era -traté de advertirte-
Pero no pudiste oírme,
obstinado ante la posibilidad de que yo sí era lo que tu querías.
Y ya que no pudiste enmendarme, no te quedó más que la partida.
Y ya que no pude cambiar, me quedé aquí, en soledad ... abatida.
Lamento no haber cumplido con tus expectativas;
pero me excuso:
No te prometí nada... y con eso me quedo..... y te quedas.